• Cuando Kant hace filosofía de la historia se pregunta si la humanidad va, efectivamente, hacia lo
mejor (idea de progreso), es decir si tenemos derecho a esperar un mundo donde se haya disipado la
guerra e instaurado la paz: conseguir ese utópico estado es un deber; para ello ha de ser necesario que
se creen ciertas condiciones y son estas condiciones las que convierten a Kant en un filósofo de
actualidad:
1. Que la constitución civil de cada Estado tiene que ser “republicana”, o sea, ha de ser
representativa y basarse en la separación de poderes. Nadie dudará hoy en día de la importancia de
que el régimen político sea el democrático, este hecho no hay que atribuírselo sólo al mérito de
Kant, sino también al resto de los ilustrados, como es de justicia.
2. Que se forme una federación de estados libres ( Estado cosmopolita): La paz no es lo natural
entre los hombres, sino una conquista de su voluntad consciente. Los hombres salieron del estado
de naturaleza (“guerra de todos contra todos”) a través de un contrato (social) por el que
renunciaron a hacerse la guerra entre ellos individualmente y someterse a un estado formado entre
todos (Estado civilizado). Pues bien, los estados actuales viven en estado de guerra (estado de
naturaleza) entre ellos, y es preciso, en consecuencia, que pasen a un estado civilizado a través de
un nuevo contrato (esta vez, no entre individuos, sino entre Estados) por el que cada uno de ellos se
sometería a leyes comunes, emanadas de esa especie de Estado Universal . El parecido con la
Sociedad de Naciones o la actual ONU es muy grande.
3. Que se promulgue un derecho internacional (derecho cosmopolitico): se limitará a una
“hospitalidad universal”, el derecho de los miembros de cada Estado a recorrer cualquier lugar del
mundo sin ser considerado como enemigos (libertad de circulación de personas y bienes). Kant
cree que “la violación de un derecho en un punto de la Tierra se hace sentir en todos”. Si todo esto
lo comparamos con los intentos de instaurar un Tribunal Penal Internacional que juzgue, por
ejemplo, crímenes de guerra llevados a cabo en cualquier lugar del mundo, pues vemos que la
historia parece que va, bien es cierto que a trompicones, por los derroteros marcados por nuestro
filósofo. Por otro lado, la circulación de bienes ya es un hecho (globalización) no así la libre
circulación de personas.
• Por otro lado, y para terminar los intentos universalizadores de la ética kantiana tienen su parangón en
la Declaración Universal de los derechos humanos: La dignidad del hombre por encima de todo,
ningún hombre ha de ser tratado como un medio sino siempre como un fin, y esto es válido para todo
ser racional.
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